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El eterno aprendiz de Sentmenat

Ya está aquí, por fin...

Ya está aquí, por fin...

El pack de la trilogía original (o sea, los episodios que a Lucas le dio por numerar como IV, V, y VI; dicho de otro modo, la trilogía buena) en DVD.

Espero que me dejéis alguno para Reyes, que estoy pelao.

La semana pasada, por eso, enmarqué y colgué el póster de "A New Hope", en su versión extendida, en el despacho de nuestro piso. ¿A que queda bien?

Las omisiones de Vargas Llosa en Kosmopolis

Vamos a estrenar la sección de política, a ver si animo un poquito la cosa.

Asistí, en calidad de fotógrafo de Gigamesh, a varias de las conferencias y mesas redondas del festival literario Kosmopolis, al que hay que darle una nota alta por conseguir acercar mucho más que, por poner un ejemplo a bote pronto, una HispaCon, la literatura al público general. Espero escribir dentro de poco un artículo sobre el festival en sí, pero una de las cosas que las que me urge dejar constancia es la impresión que me causó la conferencia sobre la guerra que ofreció Mario Vargas Llosa.

No, la impresión no fue positiva, precisamente. Su discurso justificó la presencia de tropas occidentales en Irak, a pesar de que las razones esgrimidas no fueran las "correctas" (la acotación es suya) para evitar dejar el país en manos de los grupos terroristas que lo sumirían en la barbarie.

Su discurso, en todo momento, fue impecable, perfectamente enlazado. Pero me esforcé en buscar las omisiones que invalidasen sus conclusiones. Quienes no lo lograron y creían ciegamente en la injusticia de la guerra (o sea, se basaban más en su fe por la paz que en el razonamiento para censurar una guerra motivada por intereses geopolíticos y económicos), a mi entender, fueron los que increparon, silbaron, abuchearon e incluso insultaron al escritor peruano. Comprensible, pero censurable.

A lo que iba: dio inicio a su intervención haciendo una reflexión sobre el protagonismo del terrorista en el mundo actual. En este mundo en el que la tecnología ha dotado a los ejércitos de unas armas terribles, y que durante la guerra fría encarnaron el miedo a una guerra total, pero también la seguridad de que el otro no se atrevería a apretar un botón que nos mandaría a todos a hacer gárgaras (la disuasión, decían), ahora que sólo queda una superpotencia que nadie puede enfrentar, el terrorista, dice Vargas Llosa, busca la reivindicación a través del terror, de la masacre indiscriminada de la población civil. Población que, se olvidó decir, representa un porcentaje de algo así como el 80% de las bajas en una guerra, aunque el ejército más moderno del mundo intervenga en ella. Vargas Llosa justificó su cambio de postura, de aquellas primeras columnas de opinión en que censuraba una intervención armada que se justificaba por la existencia de armas de destrucción masiva (aunque es posible que sí tuviesen pruebas, como indicaba Ferreres en un chiste gráfico en El Periódico de Catalunya: las facturas), por la visita que realizó a Bagdad, en la que asegura que los iraquís vivían recelosos de los ocupantes, pero tremendamente felices por haberse librado del dictador Sadam Huseín (un dictador, recordemos, puesto en el poder y apoyado por el gobierno estadounidense también por esas cuestiones geopolíticoeconómicas).

Quizá se olvidó hacer la siguiente reflexión, en la que tendría que haber aceptado la hipótesis de que el ejército estadounidense conocía perfectamente la capacidad militar del ejército iraquí: las Fuerzas Armadas estadounidense se dieron un paseo triunfal en poco más de un mes hasta alcanzar la capital iraquí. Evidentemente, un ejército mal equipado, por muy muyaidín que se sea (y en un país gobernado por un partido laico como es Baas, el porcentaje de muyaidines en sus filas no tenía que ser muy elevado), no se iba a encarar a tan poderosa maquinaria de guerra. Huyeron. Pero huir, ¿acaso implica rendirse? ¿No se les ocurrió pensar que soldados, partidarios y socios de Husein se ocultarían y se defenderían de la mejor manera posible para ellos?

La tecnología ha puesto en manos de los ejércitos las máquinas de matar más potentes, precisas, "humanas" y todo las llaman; pero también han puesto al alcance de la mano de civiles, potenciales guerrilleros, armas ligeras e igual de terribles, obuses fáciles de obtener, incluso la posibilidad de adquirir productos de "guerra sucia" (armas bacteriológicas o radiactivas). Y es mucho más fácil que una célula terrorista pase desapercibida para un ejército y sea más efectiva. El pitoste que se ha armado en la antigua Mesopotamia, independientemente de razones económicas o altruístas era completamente previsible. Ahora George W. Bush está empantanado en una guerra en la que ya ha muerto más de mil compatriotas suyos, amén de miles más de iraquís, decenas de secuestrados, aliados, y Julio Anguita Parrado y Xosé Couso. La solución, y en eso tanto Vargas Llosa como yo coincidimos, no va a ser nada fácil.

Seguiré analizando la conferencia en próximos artículos. Sed buenos. Y paz.

Más libros en la pila

Añado unos títulos más en la pila de lectura:

-Una canción para Lya, de George R.R. Martin. Para quien le interese (y se lea este blog), quedan unos cuantos ejemplares a la librería Gigamesh al irrisorio precio de 4,50 €;
-Miedo a la democracia, de Noam Chomsky. Ensayos del célebre pensador americano sobre el sistema político a partir de la Segunda Guerra Mundial, haciendo especial hincapié en el final de la Guerra Fría. Una mirada interesante para poder deshacerse de la mitología que los gobiernos y las agencias de inteligencia (sí, estoy señalando a los Estados Unidos, pero aquí no nos quedamos cortos) han establecido en el imaginario de la sociedad de finales del siglo XX y conocer algunos de los hechos "silenciados" que nos ayudan a comprender qué fue lo que pasó.

En breve los reseñaré. Por ahora, disfrutad surfeando por sus páginas personales.

El paso del tiempo

Ayer Nuria y yo nos encontramos a una pareja de conocidos a los que hace tiempo no veíamos. Iban paseando con una criatura de 3 semanitas, una ricura. Tras los saludos de rigor ("Hola, qué tal, cuánto tiempo sin saber de vosotros") el centro de atención fue, evidentemente, el recién nacido. Yo, lo reconozco, no he tenido apenas contacto con esta pareja, así que más o menos me resbalaba la cosa. Pero lo que me sublevó fue la frase lapidaria que la muchacha soltó cuando Nuria le confesó que no sabía que había estado embarazada:
"Sí, claro; nos hacemos mayores."
Sonrisa desefundada y asunción del hecho de que toca-tener-un-niño-a-los-treinta.
Y alguno se preguntará: "¿Y qué tiene de malo semejante declaración?". Pues que aparentemente han entrado en la dinámica de casarse, tener niños, criarlos para que a su vez les den nietos sin parar a preguntarse si hay alguna otra opción. Me parece una cuestión de actitud; evidentemente, sería soberanamente estúpido que dijese que todo el mundo que se casa y tiene hijos (o sea, gran parte de la población; y que no pare si no queremos acabar como la Humanidad que cantaba Siniestro Total) no ha meditado cuidadosamente su decisión; pero aceptarlo como una tradición arcana que se debe acatar sin cuestionarse ni reflexionar sobre los deseos y los sentimientos de uno mismo y de la pareja me parece una alienación absurda, cuanto más que semejante "tradición" parece llevar consigo un proselitismo ladino que parece demonizar a todo aquel que, llegado a esta edad, cree que aún no ha llegado el momento de dejar su simiente en este mundo.
Como decía, tarde o temprano Nuria y yo tendremos algún crío. Pero, al menos, nosotros lo concebiremos estando seguros de la libertad de nuestra decisión, seremos conscientes de nuestros deseos y, por tanto, estaremos seguros de que lo/s querremos con todo nuestro corazón. Cosa que (aunque os parezca que el que suscribe estas líneas es un ogro sin sentimientos) llego a dudarlo de quien concibe hijos "porque es lo que toca". Ojalá yo sea una persona retorcida y me esté equivocando...

Presentación

¡Hola!

Qué ilusión, mi primer artículo en la bitácora... y no sé nada más que dejarlo vacío.

Tantas ideas y también tantos olvidos.

Actualmente estoy leyendo:
-The Armageddon Rag, de George R.R. Martin, qué próximamente se publicará en Gigamesh;
-Historia de España, de Pierre Vilar;
-El evangelio según Jesucristo, de José Saramago;
-Karel Capek-Life and Work, de Ivan Klíma (biografía del autor checo que no fue premio Nobel por presiones del Tercer Reich);

y alguno más despendolado por ahí. A medida que los vaya acabando, iré haciendo mi reseñita en el tema Libros (en construcción, claro) y actualizando la lista.