El paso del tiempo
Ayer Nuria y yo nos encontramos a una pareja de conocidos a los que hace tiempo no veíamos. Iban paseando con una criatura de 3 semanitas, una ricura. Tras los saludos de rigor ("Hola, qué tal, cuánto tiempo sin saber de vosotros") el centro de atención fue, evidentemente, el recién nacido. Yo, lo reconozco, no he tenido apenas contacto con esta pareja, así que más o menos me resbalaba la cosa. Pero lo que me sublevó fue la frase lapidaria que la muchacha soltó cuando Nuria le confesó que no sabía que había estado embarazada:
"Sí, claro; nos hacemos mayores."
Sonrisa desefundada y asunción del hecho de que toca-tener-un-niño-a-los-treinta.
Y alguno se preguntará: "¿Y qué tiene de malo semejante declaración?". Pues que aparentemente han entrado en la dinámica de casarse, tener niños, criarlos para que a su vez les den nietos sin parar a preguntarse si hay alguna otra opción. Me parece una cuestión de actitud; evidentemente, sería soberanamente estúpido que dijese que todo el mundo que se casa y tiene hijos (o sea, gran parte de la población; y que no pare si no queremos acabar como la Humanidad que cantaba Siniestro Total) no ha meditado cuidadosamente su decisión; pero aceptarlo como una tradición arcana que se debe acatar sin cuestionarse ni reflexionar sobre los deseos y los sentimientos de uno mismo y de la pareja me parece una alienación absurda, cuanto más que semejante "tradición" parece llevar consigo un proselitismo ladino que parece demonizar a todo aquel que, llegado a esta edad, cree que aún no ha llegado el momento de dejar su simiente en este mundo.
Como decía, tarde o temprano Nuria y yo tendremos algún crío. Pero, al menos, nosotros lo concebiremos estando seguros de la libertad de nuestra decisión, seremos conscientes de nuestros deseos y, por tanto, estaremos seguros de que lo/s querremos con todo nuestro corazón. Cosa que (aunque os parezca que el que suscribe estas líneas es un ogro sin sentimientos) llego a dudarlo de quien concibe hijos "porque es lo que toca". Ojalá yo sea una persona retorcida y me esté equivocando...
"Sí, claro; nos hacemos mayores."
Sonrisa desefundada y asunción del hecho de que toca-tener-un-niño-a-los-treinta.
Y alguno se preguntará: "¿Y qué tiene de malo semejante declaración?". Pues que aparentemente han entrado en la dinámica de casarse, tener niños, criarlos para que a su vez les den nietos sin parar a preguntarse si hay alguna otra opción. Me parece una cuestión de actitud; evidentemente, sería soberanamente estúpido que dijese que todo el mundo que se casa y tiene hijos (o sea, gran parte de la población; y que no pare si no queremos acabar como la Humanidad que cantaba Siniestro Total) no ha meditado cuidadosamente su decisión; pero aceptarlo como una tradición arcana que se debe acatar sin cuestionarse ni reflexionar sobre los deseos y los sentimientos de uno mismo y de la pareja me parece una alienación absurda, cuanto más que semejante "tradición" parece llevar consigo un proselitismo ladino que parece demonizar a todo aquel que, llegado a esta edad, cree que aún no ha llegado el momento de dejar su simiente en este mundo.
Como decía, tarde o temprano Nuria y yo tendremos algún crío. Pero, al menos, nosotros lo concebiremos estando seguros de la libertad de nuestra decisión, seremos conscientes de nuestros deseos y, por tanto, estaremos seguros de que lo/s querremos con todo nuestro corazón. Cosa que (aunque os parezca que el que suscribe estas líneas es un ogro sin sentimientos) llego a dudarlo de quien concibe hijos "porque es lo que toca". Ojalá yo sea una persona retorcida y me esté equivocando...
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