Sobre la religión
¡Hala! Cuánto tiempo sin actualizar la bitácora. Por cierto, a los que están leyendo, muchas gracias por venir aquí y leer estos pedazos de cerebro :)
Hace unos días, un troll que acusó a Rafael Marín en su bitácora de ser ateo ocasionó que éste escribiese un artículo titulado Religión. En un primer momento pensé participar en el thread, pero tenía demasiadas cosas dando vueltas por la cabeza. Así que, si estás leyendo este artículo, igual es porque te pinchó la curiosidad y pinchaste el link que dejé en la bitácora de Rafa (bitácora, por cierto, altamente recomendable. Y es que Rafa es un muy buen escritor, pero su estilo es mucho más rico y sincero cuando se desnuda frente a sus lectores en los deliciosos artículos que cuelga en Crisei).
Rafa escribe en dicho artículo "Las religiones, para adentro y para cada uno. El proselitismo, para los fanáticos." Tuve la suerte, cuando cursé BUP, de escoger la asignatura de Religión (por aquella época aún creía en Dios, pero porque fui educado para ello) y tener de profesor a Àngel, anterior párroco de Cerdanyola que colgó los hábitos, se casó y tuvo una vida que parecía feliz. Nos enseñó Historia de la Religión, y he de decir que, entre sus muchos aciertos estuvo el de enseñarnos el pensamiento filosófico que impregna no sólo la religión católica, sino las grandes religiones de este mundo; allanándonos así el camino para la asignatura de Filosofía de 3.º y de COU. He de agradecerle que me preparase para, en contra de mis prejuicios, llegar a disfrutar de la Filosofía. Y a enseñarme a pensar.
Como decía, en aquella época creía en Dios. No cursé sólo el curso de catequismo necesario para la primera comunión, sino que continué hasta la confirmación. Las clases las impartía una diácona que vivía en Cerdanyola, en un piso que comprendía las cuatro puertas de la planta y que era un centro de acogida de huérfanos. Desde luego, no se puede negar la sinceridad con que nos instruía en las Escrituras... Pero no sirvió para convencerme.
¿Qué fue lo que me dudar de las creencias y decidirme por el ateísmo? (Sí, sí, negar la existencia de Dios). Paso a explicarlo, pero por favor, tened en cuenta que aquí estoy reflejando mi pensamiento íntimo: no pretendo convencer a ningún lector que mi opinión es la correcta (aunque a mí me lo parezca, claro).
En el curso de religión aprendimos lo que es el hecho religioso: resumiendo, la necesidad del ser humano de tener unas referencias para andar por la vida. La angustia de la muerte, tarde o temprano, nos hace cuestionarnos por el sentido de la vida. Esa angustia clama por una tabla de salvación, y en esa búsqueda la razón acaba por ser incluso molesta.
La necesidad de hallar una respuesta al sentido de la vida (o de la muerte, o de ambas), y por extensión del funcionamiento de la Naturaleza dio pie a compartir los temores, las ideas y las explicaciones (no necesariamente racionales) y, en su colectivización, dio origen a la extensión natural del hecho religioso: las religiones.
Evidentemente, cientos, miles de colectivos humanos dieron pie a cientos, miles de religiones diferentes. Las monoteístas son las dominantes hoy en día, pero digamos que fueron minoría en la antigüedad... Independientemente, ¿cuál de ellas se acerca más a la verdad? Bien, esta pregunta me parece completamente fuera de lugar. Estudiando la aparición de tantas religiones, ¿cómo se puede pensar que una, sólo una, es correcta? Y si hay más de una correcta, ¿no es eso una contradicción?
Pero volvamos a la formación católica que recibí. El catolicismo se basa en unos dogmas de fe, cimientos de la estructura de esta religión. Durante mi infancia los acaté (no iba a dudar de unos padres y unos profesores que hacía más sabios que yo). Pero llegué a la adolescencia, mi vocación era eminentemente científica, y en aquel momento decidí que mi mundo no podía estar impuesto desde fuera: para estar cómodo, debía convivir con mi concepción del mundo. Esto me llevó a cuestionármelo todo. Y claro, las creencias religiosas (algo tan íntimo, tan de uno mismo, pero que siempre ha sido dirigido desde los púlpitos, algo que me rechinaba) tenían que pasar el test. Y si a la pregunta clave:
-¿Existe Dios?
te responden:
-Has de tener fe en Dios
uno se queda a cuadros. Tu planteas un problema, y el problema es la misma solución. Dios existe porque has de creer en Dios. Si no crees en Dios, serás castigado o no obtendrás la vida eterna.
Vaya, ¿tiene validez un sistema de creencias que incluye la obligación a aceptar esas creencias como base y fundamento de las mismas? Ya me disculparéis, pero eso suena a justificación. A trampa. Te impongo una creencia porque tienes miedo a morir, y como en la estructura íntima de la creencia hay un resorte para que no salgas de ella, ya te tengo atrapado.
Dudar, en una palabra, es pecado. Saber, que és el resultado a contestar una pregunta, por tanto también es pecado. Me niego a ser ignorante.
Y si, partiendo de ese dogma, se crea una institución que gobierna el sentimiento tan íntimo de cada uno de nosotros con el objetivo declarado de hacer al ser humano más feliz, pero que por el camino obtiene una cuota de poder, gobierna guerras, anatemiza a diestro y siniestro (que si la homosexualidad, las herejías, el comunismo, y un tan largo etcétera) y se lucra, pues no señor, ése no es mi barco y yo me bajo aquí.
Pues eso, yo prefiero ser coherente. No hay nada en este mundo nuestro que me lleve a pensar en una vida eterna. Así que aprovecharé el tiempo que esté aquí para ser una buena persona (por otra parte, como decía Asimov, los diez mandamientos no dejan de ser un decálogo de la persona buena; no todo va a ser negativo en la religión), escribir como un poseso y dejar un mundo limpito y decente para mis descendencias.
Al fin y al cabo, quien busca la inmortalidad es el gen humano, ¿no?
Hace unos días, un troll que acusó a Rafael Marín en su bitácora de ser ateo ocasionó que éste escribiese un artículo titulado Religión. En un primer momento pensé participar en el thread, pero tenía demasiadas cosas dando vueltas por la cabeza. Así que, si estás leyendo este artículo, igual es porque te pinchó la curiosidad y pinchaste el link que dejé en la bitácora de Rafa (bitácora, por cierto, altamente recomendable. Y es que Rafa es un muy buen escritor, pero su estilo es mucho más rico y sincero cuando se desnuda frente a sus lectores en los deliciosos artículos que cuelga en Crisei).
Rafa escribe en dicho artículo "Las religiones, para adentro y para cada uno. El proselitismo, para los fanáticos." Tuve la suerte, cuando cursé BUP, de escoger la asignatura de Religión (por aquella época aún creía en Dios, pero porque fui educado para ello) y tener de profesor a Àngel, anterior párroco de Cerdanyola que colgó los hábitos, se casó y tuvo una vida que parecía feliz. Nos enseñó Historia de la Religión, y he de decir que, entre sus muchos aciertos estuvo el de enseñarnos el pensamiento filosófico que impregna no sólo la religión católica, sino las grandes religiones de este mundo; allanándonos así el camino para la asignatura de Filosofía de 3.º y de COU. He de agradecerle que me preparase para, en contra de mis prejuicios, llegar a disfrutar de la Filosofía. Y a enseñarme a pensar.
Como decía, en aquella época creía en Dios. No cursé sólo el curso de catequismo necesario para la primera comunión, sino que continué hasta la confirmación. Las clases las impartía una diácona que vivía en Cerdanyola, en un piso que comprendía las cuatro puertas de la planta y que era un centro de acogida de huérfanos. Desde luego, no se puede negar la sinceridad con que nos instruía en las Escrituras... Pero no sirvió para convencerme.
¿Qué fue lo que me dudar de las creencias y decidirme por el ateísmo? (Sí, sí, negar la existencia de Dios). Paso a explicarlo, pero por favor, tened en cuenta que aquí estoy reflejando mi pensamiento íntimo: no pretendo convencer a ningún lector que mi opinión es la correcta (aunque a mí me lo parezca, claro).
En el curso de religión aprendimos lo que es el hecho religioso: resumiendo, la necesidad del ser humano de tener unas referencias para andar por la vida. La angustia de la muerte, tarde o temprano, nos hace cuestionarnos por el sentido de la vida. Esa angustia clama por una tabla de salvación, y en esa búsqueda la razón acaba por ser incluso molesta.
La necesidad de hallar una respuesta al sentido de la vida (o de la muerte, o de ambas), y por extensión del funcionamiento de la Naturaleza dio pie a compartir los temores, las ideas y las explicaciones (no necesariamente racionales) y, en su colectivización, dio origen a la extensión natural del hecho religioso: las religiones.
Evidentemente, cientos, miles de colectivos humanos dieron pie a cientos, miles de religiones diferentes. Las monoteístas son las dominantes hoy en día, pero digamos que fueron minoría en la antigüedad... Independientemente, ¿cuál de ellas se acerca más a la verdad? Bien, esta pregunta me parece completamente fuera de lugar. Estudiando la aparición de tantas religiones, ¿cómo se puede pensar que una, sólo una, es correcta? Y si hay más de una correcta, ¿no es eso una contradicción?
Pero volvamos a la formación católica que recibí. El catolicismo se basa en unos dogmas de fe, cimientos de la estructura de esta religión. Durante mi infancia los acaté (no iba a dudar de unos padres y unos profesores que hacía más sabios que yo). Pero llegué a la adolescencia, mi vocación era eminentemente científica, y en aquel momento decidí que mi mundo no podía estar impuesto desde fuera: para estar cómodo, debía convivir con mi concepción del mundo. Esto me llevó a cuestionármelo todo. Y claro, las creencias religiosas (algo tan íntimo, tan de uno mismo, pero que siempre ha sido dirigido desde los púlpitos, algo que me rechinaba) tenían que pasar el test. Y si a la pregunta clave:
-¿Existe Dios?
te responden:
-Has de tener fe en Dios
uno se queda a cuadros. Tu planteas un problema, y el problema es la misma solución. Dios existe porque has de creer en Dios. Si no crees en Dios, serás castigado o no obtendrás la vida eterna.
Vaya, ¿tiene validez un sistema de creencias que incluye la obligación a aceptar esas creencias como base y fundamento de las mismas? Ya me disculparéis, pero eso suena a justificación. A trampa. Te impongo una creencia porque tienes miedo a morir, y como en la estructura íntima de la creencia hay un resorte para que no salgas de ella, ya te tengo atrapado.
Dudar, en una palabra, es pecado. Saber, que és el resultado a contestar una pregunta, por tanto también es pecado. Me niego a ser ignorante.
Y si, partiendo de ese dogma, se crea una institución que gobierna el sentimiento tan íntimo de cada uno de nosotros con el objetivo declarado de hacer al ser humano más feliz, pero que por el camino obtiene una cuota de poder, gobierna guerras, anatemiza a diestro y siniestro (que si la homosexualidad, las herejías, el comunismo, y un tan largo etcétera) y se lucra, pues no señor, ése no es mi barco y yo me bajo aquí.
Pues eso, yo prefiero ser coherente. No hay nada en este mundo nuestro que me lleve a pensar en una vida eterna. Así que aprovecharé el tiempo que esté aquí para ser una buena persona (por otra parte, como decía Asimov, los diez mandamientos no dejan de ser un decálogo de la persona buena; no todo va a ser negativo en la religión), escribir como un poseso y dejar un mundo limpito y decente para mis descendencias.
Al fin y al cabo, quien busca la inmortalidad es el gen humano, ¿no?
1 comentario
Raquel -
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Gracias :)